miércoles, 31 de marzo de 2010

Me llamo rojo - Orham Pamuk



Sin duda, un descubrimiento literario agradable para mí: Me llamo rojo es una novela dinámica, caleidoscópica e interesante en muchos aspectos. La búsqueda de un asesino en el Estambul de hace varios siglos te adentra en los conflictos religiosos, culturales y sociales del imperio otomano, particularmente en relación a los ilustradores y su posición dentro de las jerarquías del sultanato. Interesantemente, para mí, ilustra la forma de ver el arte en oriente y sus diferencias con occidente -- que ante Dios son iguales, parafraseando a Pamuk --. Una historia trágica de amor (del bueno) por una bella mujer, aparentemente viuda, que atravieza varias veces la trama y finalmente, el descubrimiento del asesino y sus motivos, que es obvio no voy a mencionar aquí.

En los buscadores hay mucha información sobre esta novela, controvertida y sobre todo abundante después de que a Pamuk lo laurearon con el Nobel de Literatura en 2006. En lo que todos coinciden es que es su mejor novela y que no hay que dejar de leera. "La imperfección es la madre del estilo", "Una pintura perfecta rechaza la firma", "la firma y el estilo no son sino formas insolentes y estúpidas de presumir la imperfección" son solo alguas frases que le pegan directo al ego de cualquiera que se presuma pintor "occidental" ya que "la pintura es silencio para la mente y música para los ojos" y debe repetirse siempre, si acaso perfeccionarse pero es algo reservado para los grandes ilustradores cuyo sueño es quedarse ciegos por bendición divina. Al final de la novela se hace otra reflexion en relación al estilo: "no es algo que el ilustrador escoja por voluntad propia, sino que esa imperfección secreta viene determinada por su pasado y sus sueños olvidados". Irónicamente el estilo es el que ayuda a descubrir quién mato al Tío y a Donoso, pero te hace sospechar de casi todos los personajes humanos: Negro, Mariposa, Cigueña, Aceituna, el maestro Osman, etc.

En resumen, una novela genial que no hay que dejar de leer.

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