Se dice que en México no leemos. Y aunque le creamos a las encuestas, la realidad nos lo confirma: ¿se acuerdan de la penosa visita de un pre-candidato a la presidencia que visitó la FIL en 2011 y no pudo mencionar los tres libros que más recordaba?
Las encuestas establecen que el Mexicano lee, en promedio, menos de un libro al año. Guadalajara, a pesar de la FIL y sus entradas impresionantes, está entre las ciudades donde menos se lee (abajo del DF y de Monterrey, de acuerdo con CONACULTA en 2005). Por otra parte, los extranjeros dicen que los Mexicanos amamos los libros, al grado de idolatría y que nos gusta comprarlos y exhibirlos, pero nunca leerlos! La Encuesta Nacional de Lectura 2012, reveló que actualmente sólo el 46 por ciento de los mexicanos leen y de los que leen, el 30% lee menos de 30 minutos al día!
¿Y cómo se resuelve el problema? Muy fácil: LEYENDO! y para que se vuelva hábito hay que hacerlo desde la infancia. Yo recuerdo el primer libro que leí completo: Corazón, Diario de un niño, de Edmundo de Amici. Mis hermanas y yo competíamos durante el verano a ver quien leía más libros y más rápido. En mi adolescencia devoré todos los libros de aventuras, particularmente los libros de Julio Verne y ya en mi adultez he leido de todo, como bien saben soy Saramagiano y disfruto toda su obra, pero también me gustan los libros de Murakami, de Pamuk, de Kundera y de Coetzee.
Pero lo que más me gusta de la lectura, es que ya mis hijos también leen, ambos tienen su propia biblioteca y les gusta ir a la librería como niño en juguetería. No hemos practicado la asistencia a la biblioteca pública pero espero este año lo logremos.
Los hijos aprenden por imitación, hagámos que aprendan también lo bueno que podemos hacer. No es necesario tener dinero, pues podemos incluso bajar en pdf un libro, pedirlo prestado en la biblioteca o intercambiarlo en algún club de lectura.
¡Celebremos pues, este 23 de Abril, LEYENDO! (Este blog no cuenta).
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